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  • Foto del escritorGabriela Dañin

La caridad comienza donde termina la justicia: Una mirada crítica a los voluntariados

En su obra “Humanismo Social”, San Alberto Hurtado nos invita a reflexionar sobre la caridad y la justicia: “Muchas obras de caridad puede ostentar nuestra sociedad, pero todo ese inmenso esfuerzo de generosidad, muy de alabar, no logra reparar los estragos de la injusticia. La injusticia causa enormemente más males que los que puede reparar la caridad. No es raro encontrar quienes entiendan mal la doctrina de la Iglesia sobre la caridad. Es cierto que ella coloca a la caridad como la más perfecta de todas las virtudes, pero no a una caridad que desconoce a la justicia, no a una caridad que hace por los obreros lo que ellos deberían hacer por sí mismos, no una caridad que se goza en dar como favor, atropellando la dignidad humana, aquello que el obrero tiene derecho a recibir. Esta no es caridad sino su caricatura. La caridad comienza donde termina la justicia. A veces se da menos que lo que reclama la justicia y se piensa que se da más.”


Muchas veces quienes realizamos voluntariados de distinta índole, somos criticados por estar contribuyendo a lo que algunos llaman “medidas parche”, en el sentido de estar realizando obras que no contribuyen a mejorar las políticas públicas y en general la situación de a quienes va enfocada la caridad y el voluntariado en sí.


Es más, hay quienes podrían sostener que realizar un voluntariado en un área que le correspondería actuar al gobierno no hace mas que acrecentar el problema, pues se tendería a mejorar la calidad de vida de unos cuantos en desmedro de otros a quienes no llegan ese tipo de ayudas.


Pero es justamente este punto al que se refiere San Alberto con su frase “La caridad comienza donde termina la justicia”. Muchas buenas obras y el poder de la sociedad civil, en manos de voluntariados, fundaciones, organizaciones internacionales y otros, si bien son un aporte, es claro que no son la solución definitiva a los problemas de injusticia del mundo.

Es por esto que quienes realizamos obras de caridad tales como construcción de viviendas, acompañamiento escolar, donación de alimentos, ropa, etc, y cuanta infinitud de ayudas podemos darnos en pos de la solidaridad y caridad entre hijos de Dios, no basta sin un sustento gubernamental y políticas públicas que apoyen una mejora en conjunto de toda la humanidad.


Como católicos, estamos aún más llamados a contribuir a la esfera pública en el debate y exigencia de mejoras para todos y todas las personas que conforman la sociedad, y sobre todo quienes realizamos voluntariados debemos alzar la voz y dar cuenta de las falencias que vemos, de las realidades a que nos enfrentamos en nuestra labor y alzar la voz por quienes no pueden o no son lo suficientemente tomados en cuenta.


Sí, probablemente el construir 1, 2 o 3 casas no cambiara las políticas publicas habitacionales de un país, pero esas 1, 2 o 3 familias, les cambió radicalmente la vida, y es a eso a lo que debemos apuntar siempre. No podemos caer en la inacción y en la crítica cómoda desde nuestras zonas de confort, como católicos debemos estar conscientes de las necesidades del prójimo, de hacer todo lo que esté en nuestras manos para mejorar la vida en comunidad y al mismo tiempo de alzar la voz por los mas desamparados.


¿Son medidas parche? Puede ser, pero la crítica no puede sucumbir en una inacción absoluta, porque sin las organizaciones civiles y voluntariados, todas esas ayudas quizás no llegaran jamás o llegaran tarde. Caridad y justicia siempre deben ser miradas como dos caras de una misma moneda: el amor al prójimo y buscar la mayor realización personal y espiritual de cada persona en este mundo, siendo todos hijos de Dios.


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