La Vida que empieza hoy
- Gabriela López
- 18 abr
- 2 Min. de lectura
Reflexión Domingo de Resurrección
El Domingo de Resurrección no es simplemente la conmemoración de un evento histórico, sino la proclamación viva de una transformación radical que traspasa toda la existencia. La resurrección de Jesucristo no sólo marca el triunfo sobre la muerte, sino que también nos capacita para una nueva forma de ver y experimentar el mundo que nos rodea.
Antes de la resurrección, la realidad podía estar velada por la rutina, la desesperanza o la ceguera ante las pequeñas pero significativas manifestaciones de vida y esperanza. Las dificultades podían parecer insuperables, y el futuro, incierto y amenazante. La resurrección irrumpe en este panorama como un faro, que ilumina los detalles que antes pasaban inadvertidos.
La fe en la resurrección nos otorga una nueva perspectiva, nos da unos "ojos detallistas" para observar la realidad con una sensibilidad renovada. Nos permite discernir la presencia de la vida incluso en los lugares más áridos, la semilla de la esperanza en medio de la adversidad, y la fuerza del amor que persiste a pesar del dolor, nos deja sentir y gustar las cosas. Ya no estamos condenados a una visión superficial o pesimista, sino que somos invitados a investigar las profundidades de cada experiencia, descubriendo la huella de lo trascendente en nuestro día a día.
Este "antes" y "después" que marca la resurrección no es solo cronológico, sino ontológico. La victoria sobre la muerte inaugura una nueva creación, una realidad donde la última palabra no la tiene la finitud, sino lo que todos en la fe buscamos, la de vida eterna. Esta certeza transforma nuestra manera de enfrentar los desafíos, de relacionarnos con los demás y de comprender nuestro propio propósito en el mundo.
Con la resurrección como lente, somos capaces de ver la fragilidad de la vida con mayor respeto y la fortaleza del espíritu humano con mayor admiración. Nos volvemos más conscientes de la interconexión de todas las cosas, de la importancia de la compasión, la empatía y la solidaridad. La resurrección nos impulsa a ser agentes de cambio, a trabajar por un mundo más justo y fraterno, llevado por la certeza de que el amor, la vida y el servicio tienen la última palabra.
El Domingo de Resurrección no es un mero recuerdo del pasado, sino una fuerza viva que nos capacita para un presente y un futuro llenos de significado y esperanza. Nos invita a abrir los ojos ante los detalles de lo que nos rodea, a reconocer la presencia de lo divino en lo humano y a vivir con la certeza de que, así como Jesús resucitó, también nosotros estamos llamados a resucitar y acompañarlo. La resurrección nos regala una mirada nueva, nos da cuenta de una vida en la cual el antes es algo que no podemos modificar y el después es algo que estamos por construir.
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