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Sandra Uribe Alvarado

Testimonio Mariano: Una Experiencia Inolvidable en Tenglo, Puerto Montt

Mi conexión con la Virgen viene de antaño. Mis bis abuelos, tanto paternos como maternos, así como mis abuelos y padres, han nutrido esta devoción a lo largo del tiempo. Ahora, como portadora de esta tradición espiritual, veo a mi hija incorporándose a esta cadena de fe.


A pesar de las dificultades, mi único deseo es permanecer siempre cercana a Dios y la Virgen Santísima.


Darse cuenta que en momentos de dificultad la primera invocación que brota de nuestros labios es dirigida a la "Virgencita" o a "Diosito". Este gesto sencillo refleja la conexión instintiva con la fe que hemos heredado y practicado a lo largo de los años.


Una Experiencia personal

En Tenglo, un pequeño pueblo donde la fe se entrelaza con la vida cotidiana, mi conexión con la Virgen de Lourdes se intensificó de una manera inesperada un 11 de febrero del 2000.

Ese día, Tenglo celebraba con devoción la fiesta de la Virgen de Lourdes. La atmósfera estaba cargada de fervor religioso. La jornada transcurría con normalidad, yo me encontraba dentro de la iglesia sosteniendo a mi hija de cinco meses en brazos. El clima, desafortunadamente, no estaba de nuestro lado. Una combinación de lluvia y viento nos obligó a refugiarnos dentro de la iglesia mientras la misa se celebraba afuera.

De repente, se oscureció todo. Un viento aterrador azotó el lugar, y la gente comenzó a entrar en la iglesia de manera apresurada. Mi esposo, bombero, se colocó en la puerta junto con otro hombre, anticipando la necesidad de mantener el control en medio del caos.

La atmósfera se volvió tensa mientras el viento se hacía mas fuerte. La lluvia torrencial y el viento amenazaban con derribar la torre de la iglesia, creando un escenario de peligro inminente.

En medio de la incertidumbre nos aferramos a nuestras oraciones, implorando a la Virgen de Lourdes que nos protegiera. Fue entonces cuando sentí una presencia reconfortante, una sensación de que no estábamos solos, de que la Virgen estaba allí con nosotros, extendiendo su manto de seguridad sobre la comunidad.

Mi familia y yo lloramos, no solo por el miedo, sino también por la conexión espiritual que experimentamos en ese momento crítico. La Virgen de Lourdes, en su bondad y compasión, nos resguardó de la amenaza inminente.

Desde ese día, mi devoción hacia la Virgen ha crecido aún más. Esta experiencia única ha dejado una huella imborrable en mi corazón y ha fortalecido mi fe, recordándome que en los momentos de tormenta, la Virgen está siempre presente, ofreciéndonos su protección maternal.


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