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El Rey León

Foto del escritor: Tiempo MagisTiempo Magis

¿Qué es?

El rey león (en inglés: The Lion King) es una película animada producida por Walt Disney Feature Animation y distribuida por Walt Disney Pictures. Se estrenó en junio de 1994, aunque a lo largo del tiempo tuvo varias reversiones.

¿Por qué verla?

El Rey León es un clásico de Disney que enseña un poderoso mensaje acerca de recordar quiénes somos y aprender del pasado.

De esta película puedo rescatar tres cosas, la primera la lucha por la propia identidad, un camino difícil, que implica entrar en nosotros mismos y asumir nuestro pasado y nuestro presente como algo querido por Dios para hilar en nuestro futuro.

La segunda imperdible lección, se trata de aprender a reconocer las fragilidades y el dolor como parte de nuestra vida y no querer huir de ellos dedicándonos a la filosofía del “Hakuna Matata”. Y la tercera, la más hermosa de todas, que solo en el rostro de nuestro Padre (Dios) podremos reconocer verdaderamente quiénes somos y la grandeza que se encuentra en nuestro interior. Solo en la certeza de ser hijos encontramos la asombrosa riqueza de ser amados y llamados para una misión en nuestra vida.

¿Qué mensaje de Dios?

Al igual que Simba, todos cometemos errores que nos producen sentimientos de vergüenza y culpa. Si bien nuestro primer instinto puede ser escondernos o huir de nuestros problemas, las conmovedoras palabras de Mufasa a su hijo pueden ser las que todos necesitamos recordar, en momentos como este: “Has olvidado quién eres, y por lo tanto me has olvidado. Mira en tu interior, Simba. Eres más de lo eres ahora… Eres mi hijo y el único verdadero rey. Recuerda quien eres.”

Al recordar que somos verdaderamente hijos e hijas de Dios y que Él siempre nos amará, podemos encontrar el valor para enfrentar nuestro pasado y experimentar un cambio real a través de la expiación de Cristo.

Sólo así podemos elevarnos por encima de nuestro pasado y alcanzar todo nuestro potencial en el reino de Dios, así como Simba tomó su lugar en el Círculo de la Vida.



Por: Mariana Balcaza


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