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Democracia y fe

Por: Rocío Cancino Oyarzún, Cientista Política


En 2007 la Asamblea General de la ONU declaró el 15 de septiembre como el Día Internacional de la Democracia con el fin de recordar que esta se centra en la participación y acción de las personas. Para Chile, septiembre ha sido un mes en el que han ocurrido importantes hechos históricos que han marcado un antes y un después en nuestro régimen político, lo que nos hace valorar más que en otros momentos la democracia. El 18 de septiembre de 1810 se realiza la primera Junta Nacional de Gobierno y es celebrado cada año para conmemorar el primer paso hacia la independencia. El 4 de septiembre de 1952 las mujeres pudieron votar por primera vez en las elecciones presidenciales. Casi 20 años más tarde este derecho recién ganado fue suprimido para todos y todas tras el golpe de Estado realizado el 11 de septiembre de 1973, que conllevó una dictadura de 17 años. Así, durante casi dos décadas nuestros padres, hermanos, tíos, primos y abuelos no pudieron ejercer su derecho a voto ya que la democracia se había quebrado.


No obstante, la democracia no solo es ejercida a través del voto. El pueblo tiene derecho a manifestarse de diferentes maneras y a pedir cuenta a sus representantes sobre sus actos. Tras el estallido social del 18 de octubre de 2019 la ciudadanía dejó su rol pasivo y pasó a jugar un rol protagónico en la política. Luego de 29 años en los que diversos gobiernos intentaron modificar la Constitución de 1980 se logró un acuerdo histórico: la posibilidad de realizar un plebiscito para que los y las ciudadanas decidamos escribir una nueva Carta Magna o continuar regidos por una Constitución redactada en dictadura.


No nos puede ser indiferente o “dar igual” la salud de nuestra columna vertebral, ya que, si tenemos dolencias o tenemos un problema grave, no podríamos movernos de la misma manera que con una columna sana. La Constitución es la columna vertebral de todo el sistema político y social de un país, aquí recae la importancia de tener una Carta Magna redactada en democracia en la que todas y todos tengamos la posibilidad de participar. Menos aún nos puede ser indiferente a los católicos, a las personas de fe, a quienes seguimos a Cristo, el desarrollo político de la sociedad en la que vivimos, ¿no nos invita Él a construir una sociedad más justa? Si nos quedamos quietos y esperamos que otros ejerzan nuestros derechos, que otros elijan a quienes nos gobiernan y la Constitución que nos rige ¿no seríamos como aquel sirviente que no multiplicó sus talentos?


“Den, pues, al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21), así responde Jesús a los fariseos cuando estos le preguntaron sobre el tributo al césar. Quizás muchos al oír esta afirmación consideren que la fe y la política no van de la mano. Yo creo que ocurre todo lo contrario, Jesús nos recuerda que tenemos dos responsabilidades, una con nuestra comunidad y otra con Dios, pero que esta última implica la primera, ya que Él nos hizo mujeres y hombres libres de elegir nuestros caminos y de tomar nuestras decisiones. Solo la democracia nos permite vivir libres e iguales y la Iglesia no ha sido indiferente. Diversos Papas a través de sus Encíclicas nos alientan a establecer un diálogo y ponernos al servicio del otro para construir una sociedad justa en donde no existan desigualdades y se respeten los derechos fundamentales de todas las personas.


Jesús es considerado un revolucionario de su época y nos pide ser Sal y Luz del mundo (Mt 5, 13-16), sus enseñanzas no nos invitan a esperar, muy por el contrario, nos invitan a actuar. Si creo que existen falencias en la sociedad debo actuar para cambiar aquello, trabajar para que todos vivan con dignidad. No se puede proteger una democracia si no actuando y no se puede vivir como hombre o mujer libre si no en democracia.


En lo que queda del 2020 y durante el 2021 tendremos múltiples elecciones, muchas más de las que estamos acostumbrados. Si bien el calendario puede parecer agobiante, cada elección nos lleva a vivir en un país más democrático y representativo. No solo tendremos una Constitución redactada en democracia, si no que también las regiones podrán elegir a su administración. Como católicos la política no nos debe ser indiferente, nada nos puede ser indiferente, ¿qué habría pasado si Cristo hubiese sido indiferente? Todas nuestras acciones reflejan un pensamiento político y es ahora cuando resuena más que nunca en mi memoria la invitación del Padre Hurtado a preguntarnos “¿qué hubiera hecho Cristo en mi lugar?”. La verdad, estoy segura que no se habría quedado sentado, no habría dejado que otros eligieran a los representantes por él. Entonces, les invito a que no descuidemos nuestra democracia, celebrémosla y vayamos a votar, cada voto es importante pues refleja el querer del pueblo. Si tanto costó recuperar la democracia ¿tú te darás el lujo de no votar ni actuar? Si tanto lucharon las mujeres para que hoy nosotras podamos votar ¿tú ignorarás ese gran legado? Yo no, y espero que tú tampoco. Hagamos de nuestro Chile la sociedad que Cristo nos invita a construir.


¡Feliz día de la Democracia!


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