¿Qué es?
Puede que algunos/as ya hayan escuchado sobre este libro llamado “Mi Cristo roto” o quizás han escuchado de su autor, el padre Ramón Cué; quizás vieron la obra de teatro “Mírame” que en esta misma plataforma fue proyectada en semana santa este año; pero también puede que para otros/as sea completamente desconocido.
Este libro que tiene no sólo esta versión sino la de la obra, audios y otro libro que le sigue es parte de una reflexión que permite ir más allá y ver a Cristo desde una vereda, desde una perspectiva distinta pero mucho más cercana de la que estamos acostumbrados.
¿Por qué leerlo?
Por mi parte esto vino luego de ver la obra de teatro que mencioné anteriormente, quedé con la inquietud de saber más, de leer el original por decirlo así y no me arrepiento. En sus 159 páginas el padre Ramón Cué nos lleva a conocer la historia de este Cristo roto, probablemente hemos visto varias imágenes rotas a lo largo del tiempo, en protestas, en calles, en fotografías o quizás incluso en nuestras casas se nos puede haber quebrado alguna. ¿Qué pasa cuando comenzamos a reflexionar y se logra ver que aquella imagen rota puede esconder un mensaje aún más bello en su interior?
El padre menciona como surge la idea automática de restaurarlo ¿para qué? En su relato se puede reflexionar sobre esto y en como, en algunas ocasiones, nos preocupamos más de restaurar una imagen que de poder dirigir aquella energía en restaurar y ayudar a quienes tenemos alrededor, aquellos/as de carne y hueso que de verdad lo necesitan.
¿Qué mensaje de Dios nos transmite?
Este libro, dentro de la temática escogida, esconde múltiples mensajes de Dios, es difícil poder decir solo uno de ellos. Probablemente a cada persona que lo lea le quedará algo distinto, puede que incluso leyendo el libro en distintos momentos de la vida ocasione una reflexión distinta.
Me quedo esta vez con una reflexión en torno a la cruz y es que varios probablemente tenemos una cruz en nuestra casa pero ¿realmente tenemos aquella cruz de manera consciente o solamente la tenemos ahí como un elemento decorativo que lleva tanto tiempo que hemos olvidado que existe?
Quedarse con esta pregunta permite abrir un camino para ver de qué manera llevamos la fe y podemos dirigirla a quiénes de verdad la necesitan, aquellos que quizás no tienen la cruz en su casa a vista de todos pero sí la tienen en su corazón y en su vida diaria.
Por: Francisca Rodríguez G.
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