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  • Foto del escritorTiempo Magis

Confía, Dios está con nosotros.

IV Semana de Adviento



No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos en nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.



En este cuarto Domingo de Adviento, ad portas de celebrar la navidad, la iglesia nos invita reflexionar en torno al evangelio de Mateo, quien declara que Jesús llevará el nombre de Emmanuel, el cual significa “Dios Con Nosotros”; es un misterio que se encuentra en nuestra vida, un Dios que nos acompaña, un Dios infinito que no depende ni puede estar encasillado en una simple categoría y que por sobretodo nos ama tal y como somos.


Para esta semana, el Papa Francisco nos invita a celebrar bien la Navidad, estando bien con: El otro y con nosotros mismos, con la historia y con la iglesia, sin olvidarse del rostro del pobre porque como pobre, Dios entró en el mundo y lo dejó. Dios está con nosotros. No es propiedad de los cristianos, ni siquiera solo de los buenos. Es de todos sus hijos e hijas. Está con los que lo invocan y con los que lo ignoran, pues habita en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas. ¿Cuántas veces lo hemos ignorado este año? Sin embargo El sigue allí, mas firme que nunca, esperando siempre nacer en nuestro corazón.


Pidamos a María, protagonista de esta cuarta semana de adviento la gracia de la humildad, saber esperar y confiar en el Mesías, en aquel Emmanuel que está con nosotros, manifestándose diariamente en aquellos que están a nuestro alrededor, en aquellos que ignoramos, en aquellos que olvidamos, en nuestros familiares difíciles, en el rostro del pobre, en nuestras tentaciones. Que sea la presencia de María que nos ayude a percibir el asombro por el nacimiento de Jesús en nuestra vida.


Sigue en medio de la fiesta, de las luces, los regalos, en familia, del amigo secreto, del campeón del mundial, sigue preparándote con esperanza para la llegada de Jesus en navidad y al final de los tiempos. Que esa esperanza fundamente tu alegría y que ambas, esperanza y alegría sea fuentes de oración, celebración, perseverancia y paciencia


PD. No estás solo; ha nacido el Señor, ha nacido en tu corazón

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