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11 de Septiembre: justicia, reparación y memoria

Por José María Jarry, Profesor de Historia.


El 11 de septiembre es un día en el que nos miramos en el espejo, nos enfrentamos con una herida en el corazón de nuestra historia que aún no deja de sangrar. La mañana del 11 de septiembre de 1973 cubrió de humo y fuego una ciudad que, apenas despertando, se encontraba con el terrible evento que nos cambiaría por generaciones. El quiebre democrático, la censura, la muerte, la tortura y el miedo se instalaron por 17 años. Y ese día, a 48 años ¿Qué nos dice esta conmemoración? ¿Cómo podemos avanzar en justicia, reparación y memoria?


Una sociedad es como un gran cuerpo, y su memoria es -a su vez- nuestra memoria colectiva. La historización (es decir, el estudio de los testimonios, hechos, recuerdos y vivencias) es un medio para la expresión de la memoria colectiva. Un ejercicio que nos confronta con el dolor, pero que también puede ser profundamente sanador para un país que hoy se plantea nuevos horizontes y dejar atrás formas de poder y relaciones heredados de tiempos donde la voz de la ciudadanía y los medios de comunicación estaban bajo constante control y prohibición.


Tener presente en nuestra memoria a quienes trabajaron y murieron por la vida y la democracia nos debe movilizar a concebir la misma no solamente como un acto de elegir cada cuatro años a nuestras/os representantes, sino un ejercicio consciente y permanente de incidir y participar en nuestras comunidades, de abrir espacios de diálogo en nuestros barrios, de involucrarnos en proyectos que tengan en el centro la dignidad de la persona y la importancia del desarrollo colectivo, escuchándonos y creciendo a través de formas de relacionarnos donde prime el respeto y la diversidad. En este sentido, plantear justicia por actos cometidos contra los derechos humanos y el rompimiento democrático no nos puede situar desde la venganza, sino que desde un profundo sentido de reparación y verdad. Hoy, la justicia pasa por buscar nuevos caminos de entendimiento y participación efectiva y vinculante tanto en las esferas políticas, pero también en nuestros barrios, comunidades eclesiales y lugares de estudio y trabajo.


Cultivar una cultura democrática y del encuentro es fundamental cuando nos enfrentamos con el espejo de nuestra historia. El Papa Francisco en la Cumbre de de Jueces Panamericanos en 2019 dijo que “Un sistema político-económico, para su sano desarrollo, necesita garantizar que la democracia no sea sólo nominal, sino que pueda verse plasmada en acciones concretas que velen por la dignidad de todos sus habitantes bajo la lógica del bien común, en un llamado a la solidaridad y una opción preferencial por los pobres”. La construcción de nuestra democracia, las elecciones y la participación ciudadana son elementos vitales para un Chile como lo soñaron aquellas generaciones. Hoy, la posta de esa generación la recibimos nosotras y nosotros. Desde nuestras diferencias, ideas, anhelos e historias participemos para mañana seguir trabajando por un país de encuentro y justicia.


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