Por Cristian Viñales SJ
«Dejaos llevar por la corriente de la vida…ligeros de equipaje». Esta fue la frase con la que Anthony de Mello sj concluye el último retiro que acompañó en la India a pocas semanas de morir. El padre Carlos G Valles sj, quien asistió a aquel retiro, escribe el libro que pretende condensar el legado espiritual del Jesuita indio y lo titula “Ligero de Equipaje: Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo”. Creo que, de aquí en adelante, los ignacianos fuimos haciendo propia esta máxima: Ligeros de Equipaje.
Confieso que llegué a pensar que la frase y su sentido espiritual tenían su origen en la Autobiografía de San Ignacio o en algún texto fundacional, pues esta sencilla línea está presente cada vez más en nuestro repertorio espiritual, campamentos, jornadas, caminatas, grupos juveniles, canciones y poemas, son inspirados por estas palabras. Parece evidente que cae como anillo al dedo a la Espiritualidad Ignaciana pues expresa algo de la esencia de nuestra espiritualidad.
Les comparto 4 rasgos de la espiritualidad Ignaciana que podemos reconocer en la invitación a ser Ligeros de Equipaje:
1. Al comenzar los Ejercicios Espirituales (EE), San Ignacio nos va enseñando a orar y nos señala que: “No el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente”(EE 2). Lo propone como una disposición elemental para reconocer y comunicarnos con Dios. De esta manera, orar no se trata tanto de leer mucho y que nuestra cabeza este llena de ideas y conceptos, sino de descubrir la presencia silenciosa de Dios en todas las cosas. Detenernos con especial atención, en una palabra, un sentimiento, un paisaje, nos puede decir mucho más de nuestra relación con Dios que devorarnos un libro de teología.
Corremos el peligro de acostumbrarnos a vivir la vida del mismo modo que interactuamos con las pantallas, pasando de un reel a otro rápidamente, consumiendo imágenes, ruidos e información, sin involucrarnos, siempre como espectadores de algo que pasa por delante de nosotros, pero no deja huella en el corazón. Vivir ligeros de equipaje, en cambio, es caminar mirando siempre un poco más allá, sabiendo que el más allá de Dios, no es lejanía, sino la profundidad del más acá. Por medio de la escucha atenta o la contemplación tranquila, sabremos sentir y gustar nuestra cotidianeidad, aprenderemos a vaciar nuestro equipaje de distracciones estériles para así reconocer a Quien no podremos jamás acarrear, ni poseer.
2. San Ignacio en el texto del Principio y Fundamento (EE 22) nos enseña que toda persona ha sido creada para “alabar, hacer reverencia y servir a Dios…” y de esta manera tener vida plena. Luego nos dice que, todo el resto de las cosas creadas, materiales (montañas, tecnología, dinero etc.) e inmateriales (conocimientos, recuerdos, imaginación etc.) existen para ayudarnos a la prosecución de nuestro fin, de manera que debemos tomarlas o dejarlas en la misma medida en que nos conduzcan o no al fin para el que hemos sido creados.
Atendiendo a lo anterior, la invitación a ser Ligeros de Equipaje conlleva no confundir los medios con nuestro fin. Cada vez que transformamos una cosa en un fin en sí misma, tarde o temprano terminará por ser peso muerto en nuestro equipaje. Será importante educar la libertad en una sana indiferencia ante las cosas, ya que el equipaje de nuestra vida, solo debe incluir aquello que nos conduce al sentido, aquello que actualiza en nuestro propio contexto el: alabar, hacer reverencia y servir a Dios, todo lo demás es una carga que nos desordena, va drenando la libertad y tarde o temprano nos conducirá a la experiencia del sin sentido.
3. Hablamos mucho del MAGIS ignaciano y lo entendemos como aquella disposición interna que nos mueve a dar siempre más de nosotros mismos. Si bien, está orientado a la excelencia, es necesario ser lúcidos para no confundirlo con un exitismo vano o con un “más” del tipo consumista como acaparadores de experiencias y logros. El verdadero MAGIS tiene su origen en la experiencia profunda del Mayor Amor de Dios, que hace brotar en nosotros, como respuesta, el deseo de donarnos a la Mayor Gloria de Dios. Se trata entonces de un camino de autenticidad para que emerja nuestra identidad más profunda. Nos referimos a un MÁS siempre encaminado al TODO de nosotros mismos que solo puede surgir por gracia de Dios.
Ser ligeros de equipaje se traduce en la toma de conciencia de todas aquellas cosas que cargamos y que impiden que nuestra identidad profunda emerja. Si vamos quitando de nuestro equipaje lo que esconde nuestro ego, es decir: miedos, inseguridades, vicios etc., lentamente irá surgiendo, con humildad, lo que somos, surgirá nuestro TODO. Paradójicamente, de alguna manera el MAGIS es ese camino en que nos vamos despojando de equipaje, siendo cada vez MENOS, para hacer surgir nuestro MÁS.
4. Al finalizar la experiencia de los EE, San Ignacio nos propone la Contemplación para alcanzar amor y nos invita, como respuesta a tanto bien recibido, a ofrecer la vida entera, entonces nos regala aquellas líneas que conocemos como La oración de San Ignacio (EE 234), que es la humilde constatación de que lo único que verdaderamente tenemos para ofrecer a Dios es aquello que Él mismo nos da y lo único que verdaderamente necesitamos es su amor y gracia. Se trata de una oración para atesorar nuestra absoluta dependencia y orientación a Dios.
Estamos invitados a andar la vida ligeros de equipaje porque en realidad no debemos cargar mucho, pues ya poseemos lo esencial: el amor y la gracia de Dios. El conocimiento interno de que todo viene de Dios nos moverá a cultivar una actitud contemplativa para poder reconocer en todo momento ese amor que nos desborda. De este modo, andar ligeros de equipaje será siempre también una invitación a una austeridad abierta a la gracia y una gratitud que vuelve fértil nuestro corazón.
Comentarios