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  • Foto del escritorGabriela Dañin

San Alberto: La inspiración para mi vocación de servicio profesional

Actualizado: 26 jul 2023


“Contento señor, contento”. Esa era la frase que en pre kínder y kínder me hacían repetir todas las mañanas en la oración del colegio, para recordar que la vida tenía un sentido, y que ese sentido lo daba Dios. Poco a poco fui conociendo la figura detrás de esa frase: San Alberto Hurtado. En ese entonces no lo sabía, pero su persona e historia de vida jugarían un rol esencial en mi futuro.


A los 15 años fui a un encuentro de jóvenes católicos en el que estaba la fundación San Alberto Hurtado, y gracias a ellos llegó a mis manos un libro maravilloso llamado “Un fuego que enciende otros fuegos”. Sus palabras fueron la guía que necesitaba para encontrar mi vocación, y en ese momento decidí que quería seguir sus pasos y tomarlo como modelo de vida. A los 15 años decidí que quería estudiar derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, al igual que San Alberto.


Lo que más me motivó en ese entonces fue la visión de que se puede vivir la profesión que sea desde una perspectiva acorde a las enseñanzas de Jesús y de la Doctrina Social de la Iglesia. Que independiente de lo que uno haga en la vida, Cristo siempre debe estar presente y tener en cuenta que estamos en este mundo para servir y no para ser servidos.


Tuve la suerte, o quizás inspiración del Espíritu Santo, de nunca dudar sobre mi carrera, y mientras mis compañeros de generación estaban en el arduo estrés de la enseñanza media, en que las presiones por decidir por nuestro futuro eran inmensas, yo tenia la paz y calma de que mi decisión ya estaba tomada, y cada vez que leía o escuchaba sobre San Alberto, se reafirmaba mi convicción.


Cuando entré a la universidad, lo primero que hice fue ir a saludar a la imagen que tantas veces había visto en la capilla de Casa Central, una imagen de San Alberto que quizás no vemos mucho y no es de las más conocidas, pero para mí, es mi mejor amigo e inspiración, Alberto de estudiante de derecho, joven y con libros en la mano.


Espero poder cumplir mi misión que comenzó en la niñez, y poder ejercer la abogacía siempre “Contenta, Señor, contenta”.


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