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  • Foto del escritorTiempo Magis

Ser parte de la comunidad LGBTI+ no es fácil, pero es hermoso.

Por: Francisco Lorenzini.


Hoy, 17 de mayo, se conmemora la salida de la homosexualidad dentro de la lista de enfermedades mentales de la OMS, y para muchxs este aspecto técnico implica algo mucho más grande y profundo.

Pareciera ser, sin embargo, que aun se ve la homosexualidad (y tantas otras orientaciones e identidades) como algo extraño y antinatural, como un fallo del sistema o incluso como algo despreciable. De ahí que todavía las disidencias sexuales somos excluidas de la sociedad y no podemos vivir en libertad, no solo porque nos lo prohíben con leyes, sino porque muchas veces vivimos con miedo.

Ahí entonces la homofobia sale a flote y se expresa de distintas formas, con el afán de hacerle saber a la persona que está mal, que no es normal, que da asco. Y agobia, porque busca la mejor forma de poder encerrar a la persona y limitar su libertad de expresión, su libertad de poder ser quien en realidad es. La homofobia mata, y no hablo solo de Daniel Zamudio, Paloma Paredes o Nicole Saavedra (a quienes efectivamente les arrebataron la vida por amar), sino que hablo de la niña a la que la molestaban en el colegio porque era bisexual, a la que golpearon sus compañerxs porque era “marimacha”, o del cabro al que le escupieron afuera de una disco gay, incluso hablo por mí, que desde séptimo básico sufrí bullying solo por ser homosexual.

Aprendí desde pequeño a avergonzarme de mi y de mi orientación sexual, me llegaron muchos comentarios que no le deseo a ningún niñx y me hicieron creer que estaba mal. Tanta vergüenza y miedo tuve que un día prometí que esto no se lo contaría a nadie, y le rezaba a Dios para que me cambiara, para poder ser “normal”. Creí que nunca iba a poder ser feliz.

Cambié muchas cosas de mi para que no sospecharan que era homosexual, empecé a hacerme amigos hombres, me metí a un taller de fútbol, incluso me hice el aro en la oreja izquierda porque se decía que en la derecha “era de gays”. Es tonto ahora, pero tenia miedo de que los mismos que me molestaban me hicieran algo si tenían pruebas de que de verdad era gay.

Y como muchxs, viví en el closet tragándome los comentarios homofóbicos de mucha gente, porque lo curioso de la homofobia es que el miedo lo tiene quien la recibe, no quien odia. Hoy, después de un largo proceso, vivo libre y digo con mucho orgullo que soy gay. No hay nada mejor que sentir esta libertad que tanto anhelé, poder hablar de lo que quiera y hacer cualquier cosa sin miedo al qué dirán, poder ser al fin la persona que tanto tiempo estuve escondiendo. No tengo miedo de ser quien soy y espero que todas las disidencias puedan serlo algún día, porque son personas y merecen dignidad. No hay nada de lo que no seamos dignxs.

Uno de los momentos más difíciles de mi vida fue salir del closet, pero la libertad que entrega es enorme. No hay nada que me haga más feliz que poder hablar con mi mamá de lo guapo que es un actor, o poder pintarme las uñas con amigas sin miedo a que me digan gay, porque lo soy ¡y me encanta!

El trabajo es ahora difícil pero esperanzador, luchar contra la LGBTI-fobia es tarea de todxs para hacer de este un mundo mejor. Porque ¡Qué linda es la diversidad! Y sobre todo ¡Qué lindo poder amar! Quienes somos católicos creemos en el amor como motor de la vida, y sabemos que Dios nos ama tal como somos, y no solo eso, ¡nos ama por ser quienes somos! El amor al prójimo nos motiva, o como dice la canción “tu forma de amar nos mueve a amar”, y es así de simple (y a la vez complejo), amar sin prejuicios, amar a todxs y aprender a ser amados.

Queda mucho por hacer y es muy largo el camino, pero me gusta pensar que Dios siempre estará de nuestro lado a la hora de amar, sea cual sea nuestra orientación e identidad, Dios nos ama y quiere que amemos también.

Amar a quienes queremos resulta fácil, pero Jesús nos invita a algo más complejo que eso, a amarlxs a todxs, incluso a aquellos que nos cuesta más. Ganémosle al odio luchando con amor.

Termino pidiendo por todas las víctimas de la LGBTI-fobia, quienes sin duda hoy descansan junto a Dios padre y madre, para que queden en la memoria y así la homofobia no mate a más personas, y para que quede para siempre su legado de amor en el mundo.

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