El lema de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que el Papa Francisco ha elegido para este año se inspira en las palabras del profeta Amós: «Que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable» (5,24).
Me hacía pensar en el filósofo griego Heráclito y su malinterpretado «Todo fluye», que hoy se lee muchas veces como una invitación a dejar que las cosas pasen sin alterarnos, siendo absolutamente imperturbables a lo que acontece. Lo que él quería demostrar con su frase era, más bien, todo lo contrario: que todo fluye, es decir, todo está en constante cambio.
Nada de lo que sucede, lo queramos o no, nos deja indiferentes o impasibles. Cambiamos conforme cambia todo. Mercedes Sosa lo cantaría con estas palabras: «Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño». Me hacía también pensar en otro filósofo, el polaco Zygmunt Bauman, por aquello de la liquidez, aunque fluidez y liquidez no son la misma cosa. La fluidez habla de aceptar los cambios, mientras que la liquidez expresa la incapacidad para asumir compromisos.
Es bueno entender que la justicia y la paz exigen cierta solidez de la persona, que se traduce en compromisos concretos, pero no confundamos la solidez con rigidez. También es necesaria una suerte de flexibilidad para dejarse transformar, para no resistir los inevitables y muy necesarios cambios, sino poder adaptarse a ellos y acogerlos con resiliencia.
La fluidez a la que invita el Papa consiste en no obstaculizar el paso, en permitir que la justicia y la paz lleguen a todos los rincones y alcancen a todas las personas. Se trata pues, de no dejar que se congele nuestra caridad, llevándonos a una era del hielo en el corazón humano que se vuelve incapaz de amar; ni a dejar que se evaporen nuestras esperanzas, desertificando nuestras tierras y llevando a miles de personas a la carestía.
Uno de los aspectos más propios de la naturaleza es su mutabilidad y de eso nosotros podemos aprender mucho. Al observar la creación con actitud contemplativa, al ver cómo todo cambia, hemos de dejar que se despierte en nosotros el deseo de una verdadera conversión ecológica.
«Debemos decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad» . 1 «Dios quiere que cada uno busque ser justo en cada situación; se esfuerce siempre en vivir según sus leyes y, por tanto, en hacer posible que la vida florezca en plenitud. Cuando buscamos ante todo el reino de Dios (cf. Mt 6,33), manteniendo una justa relación con Dios, la humanidad y la naturaleza, entonces la justicia y la paz pueden fluir, como una corriente inagotable de agua pura, nutriendo a la humanidad y a todas las criaturas».
Para que todo fluya, para que corran libres la justicia y la paz en el mundo, es preciso el dinamismo del Espíritu Santo, que rompe nuestras rigideces, cura nuestras parálisis y nos mueve a actuar. Nos saca de los modos estáticos en los que cómodamente nos hemos establecido. Todo esto nos puede parecer una tarea imposible, pues los problemas muchas veces nos superan y nos da la impresión de estar cada quien jalando agua para su molino.
Por eso es importante entender que, «como muchos arroyos y torrentes, al final confluimos juntos en un río potente para irrigar la vida de nuestro maravilloso planeta y de nuestra familia humana para las generaciones futuras.
PAPA FRANCISCO, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, 13 de 1 mayo de 2023, Città del Vaticano: Librería Editrice Vaticana, 2023.
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