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Foto del escritorTiempo Magis

Despertando en esta vida

Por: Marysol Diaz, coordinadora RJI México.


“Somos medicina, mujeres medicina. Cantando y danzando despertando en esta vida.” (Canto “Sagrado Femenino”).


La primera vez que escuché este verso en el canto “Sagrado Femenino”, sentí un despertar en mi cuerpo, un despertar incontrolable. Danzaba, sin pensar, simplemente, me movía, nos movíamos, mi cuerpo y yo, como si las voces y la melodía de este canto fueran guías. Me sentí conectada, acompañada, aunque estuviera en mi cuarto sola, no me sentía sola. Comencé a contemplar mis plantas, todo a mi alrededor y mi cuerpo siguió moviéndose, brincaba, movía mi cabello de lado a lado, danzaba, la pena se fue, o simplemente me valió que estuviera presente, estaba gozando, estaba en mi territorio, me sentí en mi cuerpo.


Esta narrativa, de este instante, que pareciera ser pequeño, pero que trascendió el tiempo, me volvió a mi cuerpo, a mis raíces, de pronto solo pensaba en mis abuelas, en mi hermana, mi mamá, amigas, mujeres, en María, en nuestra madre creadora, me sentí acogida, en sororidad. Se quedan cortas las palabras que describan este instante, pero quiero compartirlo contigo, mujer, hermana, amiga: sentí un despertar en mi vida.

Te comparto esto, porque me di cuenta que no soy la única despertando del largo sueño patriarcal, como menciona la teóloga ecofeminista Mary Judith Ress.


Lo que no se nombra, no existe, y ya basta de pensarnos o sentirnos invisibles. Existimos, me nombro, te nombro, mi cuerpo existe, la tierra siente, mujeres, nosotras somos ¡Ya basta de tratar de ignorar, de borrar nuestra historia! Esta crisis de indiferencia, es personal, y lo personal es lo político. Como mujer hoy alzo mi voz contra el olvido, contra cualquier práctica violenta y grito: ¡Ya basta! ¡Ya no más! Y sé, confió, que no soy la única.

Hay historia recorridas, mujeres, maestras, que, sin conocerme aún, apostaron por romper con discursos opresores, por cuestionar, nombrar, denunciar, hacer resistencia ante la acelerada explotación patriarcal hacia nuestros territorios, y con ello me refiero, a nuestra tierra, nuestro cuerpo, nuestro planeta. ¡Ya basta! Como menciona Vandana Shiva: “La lucha de la humanidad contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.


Este despertar, me invito a mirar, a escuchar de otra forma. Ha sido un cambio en mi vida, el sentir vida dentro de mí, me ha ayudado a buscar otros caminos, a mirar distinto, he de ahí mi interés, mi resonar e identificación con la perspectiva ecofeminista.


El término ecofeminismo se acuño por primera vez en 1976 por la filósofa D’Eaubonne, y tiene sus raíces en la ecología holística y en el feminismo (Miles y Shiva, 1993 citado en Religión y Genero, 2008). En la época de los noventa, se nombra en Latinoamérica y comienza a impactar en los diferentes contextos en los que se desarrollan las mujeres religiosas, agentes pastorales, etc. Este movimiento propone “re-tejer” nuestras vidas desde nuestra cotidianidad, se mira como una corriente que invita a una conversión, a un cambio político cultural, ya que cuestiona y denuncia todas las manifestaciones de dominación hacia las mujeres y la naturaleza. Rosa Dominga Trapasso, religiosa de la Congregación Misionera de Maryknoll y cofundadora del círculo de Feministas Cristinas (Talitha Cumi) menciona que el ecofeminismo apunta hacia la liberación humana y la armonización entre la humanidad y la naturaleza.


Este movimiento, o postura política, propone una nueva cosmovisión o perspectiva para percibir las distintas realidades en las que nos encontramos. Honra una sabiduría que se encuentra en nuestros huesos y memorias genéticas, nos invita a redescubrirnos como parte del gran tejido de la vida, hace visible la convicción de que la opresión de la mujer y la destrucción del planeta, no son dos fenómenos aislados, sino dos formas de la misma violencia, violencias que vienen del mismo sistema patriarcal (Ress, M. en Religión y Género, 2008). No es un camino fácil, realmente es una política de resistencia que desafía los conceptos androcéntricos y antropocéntricos de la teología cristiana tradicional. Nos invita a vivirnos en nuestro cuerpo, a reconocer y recuperar nuestro territorio cuerpo, recordándonos que formamos parte de un solo cuerpo sagrado.


Como menciona Lorena Cabnal, feminista comunitaria indígena maya-xinka, Guatemala. Amismaxaj: “La sanación es política y es cósmica. Son dos hilos que se abrazan para levantar los cuerpos en este tiempo”. Hoy me siento distinta, con voz, eligiendo una postura que me invita a moverme, a levantar mi cuerpo, a reconocer a mis hermanas, compartiendo la misión, una lucha en la que creo, en la que honro mi ser, su ser, mi cuerpo, sus cuerpos…. sagrado femenino guía nuestro camino.


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