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  • Foto del escritorTiempo Magis

Carta de interno de la Ex Penitenciaría a los jóvenes católicos

Actualizado: 8 abr 2019


Estimados Jóvenes Cristianos:

Agradezco a Dios el tener la posibilidad de escribir algunas líneas para dar a conocer a la sociedad que se vive al estar privado de libertad.


Les cuento que, los más peligrosos están en las galerías y los menos en las calles. Lamentablemente no hay una separación por nivel cultural, de preparación técnico-profesional o cultura cívica, de con quienes no la tienen.


Hay un rechazo generalizado por quienes no tienen cultura cívica, poca escolaridad o muy bajo nivel sociocultural, hacia quienes estamos del lado opuesto. Nosotros podríamos aprovechar el exceso de tiempo libre para enseñarles al menos a vivir respetándonos, o ir más allá, darles herramientas para una futura reinserción. Este factor hace más desagradable y difícil esta privación de libertad.


Si bien es cierto que gendarmería tiene un muy buen trato hacia nosotros, la alimentación es deficiente. si no fuera por las encomiendas familiares, pasaríamos hambre al menos cuatro días a la semana.


En materia de salud, hay deficiencias y faltas de remedios de calidad o variados, casi todo se trata con paracetamol o alguna inyección.


Las familias se van olvidando de uno. Nos desconectamos del diario vivir, de matrimonios, cumpleaños, etc. Es estar muerto. Salimos sin dinero, sin trabajo, a veces sin hogar, sin historia y sin proyección.

Nosotros tenemos mucho que agradecerle a la pastoral católica y a un pequeño, pero relevante, grupo de damas de Iglesia que nos visitan todas las semanas para reforzar la fe y darnos esperanza, además de suplir algunas necesidades de quienes no tienen a nadie.


En relación con lo religioso, la fe va muy unida al estado de ánimo, a eventos personales que se viven provocados por la maldad y resentimientos sociales de un gran número de internos.

Hay momentos en que yo pierdo la fe, dado la impotencia en buscar la solución a los problemas que me preocupan y sumar el llevar otra cruz por situaciones creadas por quienes (algunos) me rodean.


Uno de ellos es la imposibilidad de reabrir legalmente mi caso en el que se cometieron cantidad de injusticias y no hay como hacerlas saber, pues nadie te escucha; los abogados que vienen piden un monto considerable para revisar el caso y no se los ve más, pasa el tiempo y no se entiende porque Dios lo permite.


Parte de esto se resume en las últimas estrofas de un poema que escribí y que traspaso aquí:

"No es justa la vida

Tampoco la sociedad

No existe alabanza

De la equidad

La sociedad te mata

Llena de maldad,

Así tapa sus pecados

Sin más ni más

Una vez adentro

Nadie te quiere escuchar

Buscan nuevas víctimas

Que masacrar

Esto no va a parar

Esto no va a parar

Solo la muerte es la libertad "



Extracto de la carta original de Edgar

Aquí se dice que cada uno crítica el delito del otro, solo para limpiar el propio y lo enrostra cada vez que pueden. Cabe la pregunta de ¿Qué podemos esperar de la sociedad al cumplir una condena?


No hay solo una respuesta, pero la respuesta más común es nada.


Las familias se van olvidando de uno. Nos desconectamos del diario vivir, de matrimonios, cumpleaños, etc. Es estar muerto. Salimos sin dinero, sin trabajo, a veces sin hogar, sin historia y sin proyección.


Hay que partir de nuevo… ¿a los 65, 70, 45 años? ¿cómo? ¿dónde? Muchas veces las familias apenas tienen los medios para sus propias necesidades y no tienen proyectos ni tiempo para sus ancestros.


Es ahí donde un piensa que la única esperanza que nos queda es Dios. Volver a tener fe, si la habíamos perdido. Pero , eso no va a resolver la situación de desconexión con que se sales, pues eso puede tardar un tiempo o no resolverse nunca, Dios tiene caminos desconocidos.


Los jóvenes con condenas de más de 5 años, a veces menos, al salir se encuentran que sus parejas ya no lo son. Que sus hijos que dejaron de 2 a 3 años ya tienen otro papá y no los reconocen como tal. Por lo que se sufre más que estando privado de libertad. No encuentran el incentivo para rehacerse y vuelven a delinquir.


Muchos tienen su “familia” aquí dentro. Los llaman “hermanos”. Lloran con ellos, se consuelan unos con otros como con una verdadera familia, son muy solidarios entre ellos.

Hay quienes han vivido más dentro de la cárcel que fuera. Entran y salen, es la llamada “puerta giratoria” y la justicia no la crea siempre, sino que también la sociedad juega un rol clave.


He descrito la realidad sin negativismo alguno; sin resentimientos, ni producto de mi propia situación.


Ante la pregunta de que podemos hacer, no lo sé.


Ante la pregunta de ¿Qué podemos decirles a los jóvenes de hoy? Les digo que intenten seguir siendo espiritualmente jóvenes, con sueños de jóvenes, con candidez de jóvenes. Porque cuando se vuelven mayores se olvidan de todo esto, pues enfrentaran sus propias necesidades y desafíos.


Aun así, creo que se puede mantener los sueños de juventud.


Pónganse en el siguiente escenario:


Más de 5 años de privación de libertad, solo viendo algunos diarios los viernes (día de visita) o cuando llega la encomienda mensual.


No se sabe nada de lo que afuera pasa. Quienes murieron, que avances o desarrollos ha habido, ¿cómo llego a mi casa si esta lleno de calles y autopistas nuevas? ¿Cuál tomó? ¿Cuánto valen ahora las cosas, el taxi?


La mayoría de los tramites ahora se hacen por la web ¿de dónde uno saca un PC y las instrucciones que ya todo el mundo sabe? ¿de dónde sacamos el dinero si no hay nadie esperándonos?


Es bastante dramático, conozco gente que podría irse ya de la cárcel al cumplir su condena, pero prefieren no hacerlo. No postulan, echan a perder su conducta o le contestan barbaridades al psicólogo, para que no los encuentre aptos.


En casos como el mío, tengo familia y situación socioeconómica para mi sobrevivencia, pero también la sociedad que me rodea, clientes que tenía e inclusive familiares de segundo grado ya no se abrirán a compartir con un culpable o inocente, pues “estoy o estamos apestados” al haber pasado por una cárcel o instituto psiquiátrico o similar.


Edgar

Calle 3 A, ex Penitenciaria

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