



Por Ángela Pérez
“jesús muere en la cruz”

Para entrar en el viernes santo de la pasión propongo contemplar un llamativo contraste. Judas y un destacamento de soldados van de noche para apresar a Jesús. Se sigue una escena violenta, Pedro intenta defenderlo a espada. Jesús lo detiene y en lugar de huir da un paso adelante. Entonces los arrestaron y le ataron las manos. Los suyos lo abandonan, su amigo lo traiciona, piden a gritos que lo condenen a muerte. Este absurdo tiene para Jesús un profundo sentido: “misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo” (Jn 18, 37). Jesús se va quedando cada vez más en silencio, hasta que con el gesto de Pilatos –“entregó a Jesús para que lo crucificaran” (Jn 19, 14)– comienza el camino de la cruz. En Jesús vemos cómo en ese cruce de oscuridad y silencio las violencias son “transfiguradas” cuando alcanzan ese corazón humano-divino preñado de amor. La pregunta que podríamos hacernos a la vista de esta escena, ¿cómo, en medio de los complejos escenarios que nos toca vivir, puedo yo también ser artesano de paz?