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Hacia una renovación Eclesial

Entrevista a Jorge Blake para Tiempo Magis


“La sinodalidad no es una moda como algunos piensan, la sinodalidad es constitutiva de la identidad de la Iglesia”

Jorge Blake, director ejecutivo de Fundación MAGIS, de la Compañía de Jesús, dialogó con el equipo de Tiempo Magis, a propósito de su participación en la pasada asamblea Sinodal del Cono Sur realizada en Brasil



Tiempo Magis: Frente a la afirmación: “Una Iglesia en crisis necesita volver a sus fuentes”, a qué fuentes te refieres exactamente!?


Jorge Blake: Bueno, la fuente primordial de la vida de la iglesia es la Palabra de Dios. En la Biblia está la fuente primaria que nos guía siempre por sobre el magisterio, por sobre la doctrina; es la Palabra de Dios, que es Palabra viva y que vive en el pueblo de Dios, en su caminar. Es una Palabra que está siempre revelándose al pueblo de Dios y esa es la fuente más primaria. Volver a la Fuente significa siempre volver a Jesús, volver a la voluntad de Dios para el pueblo de Dios.

Dicho ya en el contexto de este Sínodo, es recordar lo siguiente: que la sinodalidad no es una moda como algunos piensan, no como algo nuevo que ahora la Iglesia va a incorporar, la sinodalidad es constitutiva de la identidad de la Iglesia. El magisterio del Papa Francisco nos ha recordado que la Iglesia es, por definición, sinodal, porque sinodalidad significa comunión y participación. La Iglesia es una comunidad de fieles que comparten una dignidad de iguales porque son hijos de Dios. Esto significa que la sinodalidad, que es el caminar juntos como pueblo de Dios, es en definitiva, constitutivo de la identidad de la Iglesia.

Cuando decimos que una Iglesia más sinodal es una Iglesia que recuerda una característica esencial que quizás de alguna manera se ha perdido, que es la sinodalidad, que es comunión y participación.



TM: De acuerdo a los diálogos Sinodales, ¿Cuáles fueron aquellos temas y dolores que más se repitieron en la asamblea? Y visto desde la Esperanza, ¿Cómo se podrían abordar?


JB: Hay un dolor en una Iglesia que se experimenta como poco inclusiva por diversas formas de exclusión. Hay un dolor muy significativo que tiene que ver con el no sentirse parte, con sentir que la Iglesia son solo algunos, porque al momento de ser oídos, de tomar decisiones, de participar de la liturgia destacan más unos y hay otros que no aparecen, que están invisibilizados.

¡Ese es un dolor grande! Luego hay un dolor que tiene que ver con la particularidad de nuestra América Latina, sobre todo con la desigualdad, la pobreza, la marginación, volver a recordar una vez más la pobreza material que viven muchos pueblos del continente en diversas formas de violencia, migrantes que migran por causa del cambio climático, a veces por causas políticas. Hay dolores compartidos en este continente que vive diversas formas de injusticia y que son también dolorosas para la Iglesia y para toda la sociedad.

Y bueno, de estos dolores también hay esperanza y hay tema para trabajar; en el fondo, lo que estamos haciendo es definir también los temas que se van a trabajar en Roma el próximo mes de octubre.

Yo diría que los grandes temas hoy día tienen que ver con qué debemos hacer para ser más sinodales, y ahí parece cada vez más consensuado lo siguiente: en primer lugar, hay que revisar las estructuras de la Iglesia, especialmente las formas de gobierno. Las estructuras son las Conferencias episcopales, los Consejos parroquiales, los Consejos económicos, también algunas estructuras normativas como el Derecho Canónico, debemos ponerlas en revisión para para que la sinodalidad pueda desplegarse, porque en esta estructura hay formas de ejercer el poder y comprender la autoridad que van en contra de la sinodalidad.

En segundo lugar, la revisión de la formación inicial y permanente, no sólo del clero, sino de todo el pueblo de Dios; necesitamos formarnos en sinodalidad. En el fondo, desarrollar en lo conceptual y en lo actitudinal las bases para una sinodalidad plena que implica corresponsabilidad, participación, conocimiento de los derechos y deberes y conocimiento de la diversidad ministerial de la Iglesia. Es importante saber que en la Iglesia hay diversos ministerios y que estos ministerios están confiados al pueblo de Dios en su conjunto y no solamente al orden sagrado que es el ministerio sacerdotal ordenado; formación implica también comprender en profundidad lo que implica el sacerdocio común de los fieles y así estructuras más sinodales, formas de gobierno más sinodales, Formación para la sinodalidad.

Y finalmente la liturgia. Una liturgia más sinodal, una celebración y un compartir de la Palabra y del Cuerpo de Cristo, en el que, la Asamblea tenga una participación más plena y que se desconcentre un poco la mirada de quien preside, porque la Asamblea es toda ella ministro de la liturgia, y el que preside tiene un rol puntual, pero es la Asamblea la que finalmente es ministra del del sacramento de la Liturgia.


TM: ¿Qué pasos está dando la iglesia en relación al encuentro con la diversidad en todas sus formas: niños y jóvenes, adultos mayores, migrantes, personas con discapacidad, personas de otros credos, y de la diversidad sexual, en particular.


JB: Te podría contar que dentro de la Asamblea del Cono Sur al menos hay personas de la diversidad sexual participando como miembros de la iglesia en el proceso de discernimiento. Como también hay personas de otros credos. Hay aquí una una mujer joven de la iglesia pentecostal brasileña que está de manera ecuménica participando en este encuentro, que es una asamblea de la Iglesia Católica. Y tenemos jóvenes participando también en la asamblea, como lo hay adultos mayores, como lo hay migrantes. Aquí en el fondo hay varios países, pero de los países hay muchos que son migrantes. En el fondo, en la delegación chilena hay dos que son extranjeros, que emigraron a Chile y así en varios sentidos.

Entonces hay pasos que se dan en el mismo Sínodo, O sea, quien participa en el Sínodo, bueno, eso es en sí mismo, tiene que ser testimonio de la diversidad que el Sínodo persigue; Si hacemos un Sínodo que habla sobre la diversidad, pero el Sínodo participan solamente obispos, sería una incongruencia, no? Entonces va por ahí.


TM: En tu opinión, cuánto nos hace falta para lograr una renovación eclesial.


JB:Te diría que la Iglesia no es una realidad estática, porque la Iglesia es el pueblo de Dios. Entonces, lo que puede ser más estático a veces son algunas estructuras, el derecho canónico, la doctrina, que ni siquiera lo son del todo estáticos, también van evolucionando más lento de lo que evoluciona la sociedad.

Pero la Iglesia como pueblo de Dios, está siempre en renovación, ahí es donde se forman pastorales de la diversidad sexual, ahí donde hay laicos dirigiendo parroquias, ahí donde hay religiosas y religiosos dirigiendo parroquias, ahí donde hay mujeres que asumen cargos de servicio importante En la Conferencia Episcopal ya hay renovación eclesial.

Entonces podemos preguntarnos cómo la renovación eclesial, que ya ocurre en el pueblo de Dios, debe ser acompañada por una renovación eclesial en otras dimensiones de la Iglesia, que son menos dinámicas, que están menos sujetas a cambios, como estas estructuras que yo te comento. Y ahí lo que yo creo que más falta es sobre todo una revisión del Derecho canónico. La sinodalidad implica una comprensión, una eclesiología, una comprensión de la Iglesia como pueblo de Dios que enfatiza muchísimo la dignidad común del bautismo, y de pronto hace falta releer el derecho canónico a la luz de la sinodalidad.

Renovación eclesial hay en cada capilla, en cada familia que invoca al Espíritu y le pide al Señor que lo acompañe en su caminar. Y también falta renovación eclesial en estas otras dimensiones que yo te digo. Y que ambas cosas dialoguen; no es idealizar la renovación eclesial que ocurre de facto en la Iglesia del día a día y satanizar la tradición sino que es poner en diálogo toda la diversidad de la realidad eclesial y caminar juntos hacia lo que el Espíritu nos invita, porque la renovación no es renovar por renovar, no es lo nuevo por lo nuevo, es que el Espíritu nos invita a renovarnos.

Y la pregunta es a qué renovación nos invita El Espíritu; no es simplemente modernizar, no es simplemente ir más con el mundo, tomar más las modas del mundo, es preguntarnos en el tiempo en que caminamos a qué nos invita a Dios, y eso implica revisión de estructuras, de la formación de la liturgia.


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